domingo, 5 de octubre de 2008

Vendaval azulgrana, juguete rojiblanco



No hubo tiempo para el debate Messi-Agüero. Un huracán llamado Barcelona evitó que se pudiera hablar de otra cosa que de la exhibición azulgrana. A ella contribuyó que el Atlético perdió el partido cuando cogía el AVE el pasado viernes porque sólo así se entiende la indolencia con la que pisaron el césped. Aunque esto no debe servir para restar méritos a un Barça que se mostró letal desplegando un fútbol espectacular. Guardiola sacó un sobresaliente en su primer examen serio.

Realmente el partido duró ocho minutos. Los que tardó el Barcelona en sacar los colores a un rival que pecó de inocencia. Es difícil contener a un ataque formado por Iniesta, Xavi, Messi y Etoo, pero si el primer gol te lo hace a balón parado Márquez de cabeza, pues entonces es imposible. Y si nada más recibirlo te vienes abajo y cometes un penalti absurdo, la goleada está garantizada. Para rematarlo, en el ABC del fútbol, Messi te hace un gol de falta cuando el rival está colocando la barrera sin que nadie haya solicitado distancia.

El Camp Nou se venía abajo de alegría, el Atlético de impotencia. Una de las defensas más alabadas del inicio liguero se resquebrajaba con la facilidad con la que un cuchillo corta la mantequilla. Coupet, que pecó de pardillo al ponerse a colocar la barrera, y Raúl García, que se retiró de delante del esférico, fallaron en el gol de Messi. Las bandas no existieron y los centrales fallaron estrepitosamente. Y todo en menos de diez minutos.

Maxi, con un zapatazo fruto de la rabia, clavó el esférico en la escuadra de Valdés. Un espejismo. Y para colmo de males el argentino se lesionó en esa jugada. No era la noche del Atlético.

Continúa la máquina
El Barcelona siguió con su rodillo y apenas cinco minutos más tarde Etoo volvía a sacar los colores a la zaga atlética. Xavi le ponía un balón medido al pecho por encima de un descentrado Ujfalusi, de Heitinga no había noticias y el camerunés sentaba al checo cuando éste reculaba y a un desacertado Coupet y marcaba a puerta vacía.

La apisonadora azulgrana ya no paraba y antes de la media hora lograba el quinto. Iniesta dejaba sentados a Antonio López y Ujfalusi y la colocaba en el palo, el rechace pasaba por el centro del área para terminar en los pies de Gudjohnsen, que agradecía el obsequio empujando a puerta vacía. Coupet, cual árbitro de tenis, doblaba el cuello de un lado a otro siguiendo el balón.

Los primeros cuarenta y cinco minutos serán los más desafortunados en la historia del Atlético y aún pudieron ser más nefastos porque Iniesta y Messi tuvieron el sexto y el séptimo en sus botas. El primero se encontró de nuevo con el palo, mientras que el argentino pudo hacer el gol de la temporada. Lionel cogió el balón en el centro del campo, cruzó el campo rival rompiendo la cintura a Antonio López y Ujfalusi, se plantó ante Coupet y le picó el balón, pero el esférico se fue lamiendo el palo.

El Barça levanta el pie
En la segunda mitad, por suerte para el Atlético, el Barcelona levantó el pie. Aguirre, con buen criterio, aunque tarde, retiró al 'Kun' de una guerra en la que ya no había nada que ganar y sí mucho que perder. El 'Kun', solo y aislado, no se merecía un minuto más de sufrimiento sobre el campo y el descanso habría sido el momento justo para dejarlo fuera.

La reanudación sólo sirvió para comprobar que el Atlético no tenía fuerzas para más y que el Barcelona se conformaba con la exhibición. Guardiola retiró a Messi, Etoo y Xavi para que se llevaran la ovación de su público y Henry y Bojan fueron los únicos que salieron con ganas de ahondar en la herida rojiblanca. El francés lo consiguió al lograr el sexto de la noche en una excepcional triangulación con Xavi (antes de que se retirara) y Bojan, que le dejó en la frontal un balón para que el francés ajusticiara a su paisano Coupet, que no olvidará fácilmente el Camp Nou. Sin embargo, la joven perla culé no encontró el premio a su insistencia.

Con el Camp Nou pegando botes de alegría por la goleada, el Atlético rezando por llegar al 90' y el Barcelona tocando y tocando como los ángeles, Iturralde se apiadó del conjunto rojiblanco y apenas alargó medio minuto más la agonía de un aspirante a todo que en la Liga cada vez es más aspirante a nada. Por su parte, Guardiola comienza a sacarle réditos a su apuesta ofensiva tras los titubeos iniciales y su juego comienza a sembrar el miedo en sus rivales.


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