sábado, 25 de abril de 2009

Un empate con sabor a victoria



Partido de alto voltaje en Mestalla. El líder visitaba a uno de los equipos más en forma de la Liga en un campo tradicionalmente difícil, enfrascado en tres competiciones y con el partido del Chelsea (martes) y Madrid (sábado) en el horizonte más inmediato.

Pese al apretado calendario Guardiola no reservó a casi nadie; no jugaron de entrada Henry ni Márquez pero sí lo hicieron Puyol e Iniesta. Los ecos de la capital hablaban de presión, quizá tratando de olvidar la salvajada de Pepe, y apelaban a la presión y al espíritu competitivo (¿o combativo?) de los de Juande antes de su visita al Sevilla.

Y la presión apenas se hizo notar en la primera media hora de partido. El Barça salió presionando como sabe hacerlo y taponó al Valencia en su campo, con su afición, como suele hacerlo con todos los equipos, juegue donde juegue.

La presión dio paso al rondo y el rondo al gol. Nueva jugada magistral de Iniesta quien, tras pared con Messi en la frontal, se plantó ante César, atrajo para sí a todos los defensas y le regaló el gol a Messi en el área pequeña como si estuvieran jugando a fútbol sala (0-1, 23').

El tanto parecía augurar una noche plácida para el Barça de los récords. Nada más lejos de la realidad. Un par de disparos de Messi y Eto'o fueron el preludio de la resurrección valencianista. Primero avisó Silva rematando de cabeza alto y en el siguiente córner, Valdés fue a por uvas, Puyol le echó un cable y Maduro, solo en el segundo palo, marcó a placer (1-1, 42').

El empate dejó tocado a un Barça poco acostumbrado a los reveses este año. Tocado y frágil porque en la siguiente llegada Pablo Hernández dibujó una pared en la frontal y se coló en la cocina azulgrana como si tal cosa y batió a Valdés por bajo (2-1, 45').

APRENDIENDO A SUFRIR

En un visto y no visto, el Barça pasaba de ir ganando a ir perdiendo. Jugando con ventaja el Valencia se empezó a encontrar cómodo, tirando contraataques con los Villa, Silva y Pablo como puntas de lanza y con el Barça intentando volver a coger la batuta.

Xavi e Iniesta empezaron a buscarse, garantía de dominio para el Barça, pero las ocasiones no llegaban. Guardiola hizo entrar a Henry por Keita, una apuesta por el gol. Pero entre la telaraña valencianista y las faltas tácticas, el Barça se fue desmontando, incapaz de encontrar la portería de César.

Viendo cómo se ponía el partido, Guardiola dio entrada a Gudjohnsen por Xavi para dotar de músculo a su equipo para el arreón final. A falta de juego había que apelar a la épica. O a la suerte del campeón. Y llegó a partes iguales, a la salida de una falta, cuando César midió mal, el rechace le llegó a Henry y el francés marcó su golito (2-2, 85').

El empate desató la euforia. Tal como estaba el patio era una buena noticia. Hubo cinco minutos de descuento y más tensión pero ninguna ocasión clara de gol. El empate sirve. El Barça, pase lo que pase en el Bernabéu el sábado que viene, saldrá de Madrid como líder. Pero antes le toca al Real Madrid de Juande demostrar que sabe competir en Sevilla...

No hay comentarios: